Con la colaboración de Susy Díaz Gonzales
El fresco viento de la mañana y los rayos del sol acarician la espalda de Policarpo Sinarahua Taminchi (50), jefe de la comunidad indígena Buenos Aires, ubicada en la región Ucayali. Mientras caminan, él y sus compañeros observan cómo avanza la deforestación en los bosques desde que, hace cinco años, un grupo de personas pertenecientes al movimiento cristiano menonita se instaló en parte de su territorio comunal.
Esta localidad se ubica a siete horas de la ciudad de Pucallpa y, para acceder hasta allí, se debe viajar en una embarcación con motor fuera de borda (llamada colectivo rápido). También se puede usar la ruta que incluye desplazarse por río desde Pucallpa hasta la localidad de Masisea; y desde aquí viajar en mototaxi hasta la comunidad. En Buenos Aires viven 47 familias pertenecientes al pueblo indígena shipibo-konibo.
En la actualidad, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali investiga por deforestación de bosques primarios a la Asociación Colonia Menonita Cristiana Agropecuaria Masisea, asentada en esta región. El caso se encuentra en la etapa de investigación preparatoria, informaron en la fiscalía a OjoPúblico.
As a nonprofit journalism organization, we depend on your support to fund journalism covering underreported issues around the world. Donate any amount today to become a Pulitzer Center Champion and receive exclusive benefits!
En uno de sus últimos reportes el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés) comprobó, luego de analizar una serie de imágenes satelitales, que en el área ocupada por la colonia menonita en Ucayali se registra pérdida de bosques desde el año 2017. Pero esta no es la única zona donde esta organización se ha asentado. El MAAP ha detectado que existen tres colonias menonitas en Loreto y dos en Ucayali. Hasta el año pasado, el MAAP ha registrado que se han deforestado 3.400 hectáreas de bosques primarios.
La más reciente colonia menonita se ha asentado en la provincia de Ucayali, de Loreto, donde según MAAP, han deforestado 299 hectáreas de bosques. Sidney Novoa, investigador de la organización Conservación Amazónica-ACCA y quien ha participado en el estudio, dijo a OjoPúblico que la zona deforestada no había sido designada para uso agrícola.
“Estamos en un escenario complicado por la creciente deforestación. Pero lo riesgoso con estas colonias menonitas es que se ubican en sitios muy alejados, en bosques primarios bien conservados y abren carreteras, hacen agricultura. Al abrir caminos facilitan la llegada de invasiones y de más gente que pone en riesgo la Amazonía”, explicó Novoa.
El apu Policarpo Sinahuara y sus compañeros avanzan por el bosque y sus pisadas quedan marcadas en la tierra húmeda por el rocío de la madrugada. “Pasaron por aquí de madrugada [los menonitas], está fresca la huella”, dice el líder indígena mientras revisa los rastros en la arena.
Según la Fiscalía Ambiental de Ucayali, unas 2.000 hectáreas que ocupa la organización integrada por menonitas en Ucayali fueron obtenidas de manera irregular. De esas, 73 hectáreas corresponden al territorio de la comunidad indígena Caimito y 800 a la comunidad de Buenos Aires. Además, la mitad de esas 2 mil has fueron deforestadas, sin contar con ninguna autorización, sostiene el Ministerio Público.
No obstante, en la visita que realizó OjoPúblico a la zona comprobó que la Asociación Colonia Menonita Cristiana Agropecuaria Masisea, liderada por Isaac Zacharías Klassen –representante legal de esta colonia según Sunat–, sigue talando el bosque para instalar sus cultivos de soya y arroz. En diciembre del 2020, el Gobierno Regional de Ucayali sancionó con 2.648 UIT (más de S/ 11 millones) a la asociación menonita por haber cambiado el uso de la tierra sin autorización. En junio de este año se amplió el plazo del procedimiento sancionador, pues unos meses antes se declaró nula la resolución y se retornó hasta la etapa de descargos por parte de la asociación.
A finales de agosto de este año, hubo una reunión entre las autoridades de las comunidades indígenas aledañas al área de conservación regional Imiría (Caimito, Junín Pablo, Nuevo Loreto y Nueva Yarina) y las autoridades de la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali. En la cita se acordó que la comunidad de Caimito solicitará la exclusión de las 73 hectáreas de su territorio que actualmente ocupan la colonia. Asimismo, pidieron que la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali continúe con el proceso de georreferenciación de dicha comunidad, a fin de asegurar sus tierras.
Aunque en la reunión no estuvo presente el jefe de la comunidad nativa de Buenos Aires, Policarpo Sinahuara, se acordó que él también deberá solicitar la exclusión de las 800 has entregadas por la Dirección Regional de Agricultura a los menonitas de forma irregular. La idea es avanzar con el proceso de actualización de la georreferenciación y protección de su territorio.
“La deforestación es grande y avanza en la comunidad. Nosotros vamos a defender nuestro territorio”, aseguró Sinarahua. El líder indígena también está preocupado por la llegada de colonos [gente foránea] a sus tierras, con el objetivo de sembrar hoja de coca. Asustado por esta actividad ilegal, Sinahuara ha solicitado garantías para su vida ante la Subprefectura de Callería.
La vida en Caimito
Caimito es una comunidad indigena del pueblo shipibo-konibo, ubicada a orillas de la laguna del Imiría. Alberga a 455 familias, que están preocupadas por la presencia de extraños. “Ellos [menonitas] están acabando con los bosques, plantas medicinales, y también con los animales. Esto no puede seguir de esta manera”, dijo a OjoPúblico Elva Cruz Nunta.
La mujer considera que “ellos [los menonitas] tienen que salir de aquí, nos tienen que respetar y haremos prevalecer nuestros derechos”. Los efectos de la deforestación en sus bosques se siente en la ausencia de animales silvestres. Conforme pasa el tiempo, los integrantes de Buenos Aires deben trasladarse a sitios más alejados en busca de comida. Si antes los comuneros caminaban entre 1 y 2 kilómetros ahora recorren entre 7 y 10 kilómetros para hallar alimento.
La deforestación de los bosques es un gran problema para las comunidades porque se rompe la relación armoniosa que se ha mantenido durante miles de años con el bosque. Asimismo, contamina el aire, degrada el bosque y los suelos, atenta contra el hábitat de la fauna silvestre y pone en riesgo la existencia física y cultural de los pueblos indígenas.
Berlín Diques, presidente de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU), dijo a este medio que es lamentable lo que ocurre en ambas comunidades. “La deforestación de los bosques genera, además, pérdida de los insumos para la artesanía, principal actividad económica de las mujeres indígenas”, indicó.
“Hacemos un llamado al Gobierno Regional para que actúe en este caso de deforestación de nuestros bosques, a través del área de comunidades indígenas y la Dirección Regional Agraria de Ucayali”, solicitó el apu.
- View this story on Bari Wesna