Cada domingo a las 5 de la mañana, Óscar Andrade estaciona su camioneta blanca al lado de una pequeña iglesia. Está aquí para reunirse con voluntarios, integrantes de un equipo de búsqueda y rescate religioso llamado los Capellanes del Desierto, para buscar huesos.
Actuando en respuesta a la solicitud de un familiar, Andrade y un otro capellán, Yovani Santos, manejan 40 minutos al oeste de Tucson a lo largo de caminos secundarios no asfaltados. Cuando llegan al Valle Avra, la fría mañana de enero ya ha dado paso al ardiente sol de Arizona. Andrade reparte las radios antes de que el grupo se separe para buscar restos esqueletados y dispersos por cuatro meses en el desierto.
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Finalmente, la radio cruje cerca del mediodía: Santos ha encontrado un hueso fino y blanqueado, demasiado roto y desgastado para estimar por cuánto tiempo ha sido expuesto a los elementos. Podría ser una costilla de una liebre, dice Santos, o podría ser todo lo que queda de una persona no localizada. En cualquier caso, no es suficientemente grande para una análisis del ADN. Sin otra opción, Santos deja el hueso y sigue adelante.
Los Capellanes del Desierto son integrantes de una red de activistas, médicos forenses, autoridades locales y organizaciones sin fines de lucro del sur de Arizona intentando abordar uno de los efectos más pasados por alto de la política migratoria estadounidense: Cada año, migrantes viajando desde América Central y Sur se desaparecen mientras están intentando cruzar desde México hacia los Estados Unidos a pie.
Desde 2014, la Organización Internacional para las Migraciones ha documentado más de 5,000 desapariciones de migrantes en la frontera entre los EE.UU. y México, aunque este número es probablemente una infravaloración: Una estimación independiente del Movimiento Migrante Mesoamericano indica que hasta 120,000 migrantes se desaparecieron en la ruta hasta los EE.UU. entre 2006 y 2016. Muchos casos más no han sido reportados de ninguna manera.
Cuando se recuperan restos, a menudo no se pueden identificar. Algunos migrantes son víctimas de las condiciones ambientales hostiles o de los carteles que controlan la migración indocumentada en la frontera. Pero los grupos de incidencia afirman que estos migrantes no son no localizados, sino desaparecidos, un término que procede de militantes de derechos humanos latinoamericanos para describir a las personas que desaparecen por la represión estatal.
Estos grupos dicen que la "prevención mediante la disuasión" ("Prevention through deterrence," en inglés), la política de militarización y vigilancia del gobierno estadounidense en la frontera, ha empujado a los migrantes hacia las zonas remotas y peligrosas. Mientras los políticos en Washington, D.C., exigen una seguridad fronteriza más estricta, estas activistas tienen miedo de que la nueva legislación condenaría aún más a los migrantes a un destino incierto.
Perla Torres, la directora de redes familiares en el Centro Colibrí para los Derechos Humanos (Colibrí Center for Human Rights) en Tucson, insiste en la importancia del lenguaje para humanizar a los migrantes y examinar las causas de sus desapariciones.
"Estas muertes son casi naturalizadas cuando dicen, 'Oh, es por los elementos. Es por exposición. Es por hipotermia. Es por deshidratación.' Basándose en las decisiones que tomaron, es el camino natural de lo que les ha ocurrido, llevándoles a la muerte", afirma. "Cuando en realidad, cuando se pone la palabra 'desaparecido' en lugar de 'no localizado', eso le quita esa carga a la víctima y realmente significa que esto fue premeditado. Esto fue pensado por nuestro gobierno."
La Patrulla Fronteriza de los EE.UU. es responsable de las operaciones de búsqueda y rescate a lo largo de la frontera EE.UU.-México. Aunque el propósito del Programa del Migrante no Localizado (Missing Migrant Project, o MMP) de la Patrulla Fronteriza es para "rescatar a los migrantes en situaciones precarias, prevenir las muertes de migrantes, y recuperar los restos humanos a lo largo de la frontera al suroeste," los datos del MMP solo reflejan los migrantes fallecidos.
En abril de 2022, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno estadounidense (Government Accountability Office, o GAO) publicó un informe de auditoría en el que se criticaba a la Patrulla Fronteriza por no recopilar ni comunicar datos completos sobre las muertes de inmigrantes. Mientras la Patrulla Fronteriza ha implementado algunas de las recomendaciones de la GAO, incluida la mejora de los planes de monitoreo y evaluación, ninguno de estos cambios parece abordar la situación de los migrantes no localizados.
Más bien al contrario. Los ONG de derechos de los migrantes dicen que la intervención de la Patrulla Fronteriza es aún más peligrosa para los migrantes no localizados. Según un informe del grupo de ayuda humanitaria No Más Muertes (también conocido como No More Deaths en inglés), la Patrulla Fronteriza tiene más del doble de probabilidades de contribuir a la desaparición de un migrante mediante tácticas de ejecución de la ley que de participar en la búsqueda de un migrante en peligro; cuando la Patrulla Fronteriza ha participado en las búsquedas, 27% de los casos terminan en la desaparición. La Corte Interamericana de Derechos Humanos también subrayó que el sistema de inmigración estadounidense impide la identificación e investigación de casos de migrantes no localizados en una visita a la frontera sur de los EE.UU. en 2019. La Patrulla Fronteriza no hizo comentario en estas críticas antes de la publicación de este artículo.
Según Torres, la "prevención mediante la disuasión" y unas políticas más estrictas en la frontera son las culpables para las desapariciones aumentadas. "Nuestros migrantes están siendo canalizados a través de las zonas más peligrosas de nuestro desierto. Lo vemos por escrito a través de las leyes que han sido implementadas."
Refiriéndose a estos migrantes como desaparecidos, dice Torres, "Entendemos que estas muertes fueron un resultado directo de las políticas brutales implementadas aquí en Arizona y el uso de nuestro desierto como un arma contra la gente."
La Coalición de Derechos Humanos, un grupo de voluntarios enfocado en los derechos de migrantes, lleva años protestando los efectos de la "prevención mediante la disuasión". Aunque la organización comunitaria interseccional originalmente se formó como respuesta a los reportes de abusos de la Patrulla Fronteriza, la organización basada en Tucson empezó a recibir llamadas de personas buscando a sus familiares que habían migrado y luego desaparecieron. Pronto empezaron a trabajar con otras organizaciones para responder a la nueva crisis.
"Casi todas las personas que han encontrado son desconocidos", afirma Isabel Garcia, copresidenta de la Coalición. "Entonces sabemos que habían familiares, gente en México — la mayor parte eran de México— que nunca sabrían lo que pasó a sus seres queridos. Nunca."
Según Garcia, dos tercios de los encontrados nunca serán identificados. A pesar de la recuperación física de sus restos, sus destinos permanecen desconocidos para sus familias. Incontables migrantes más nunca serán encontrados en absoluto. "No podemos intentar decir cuántos. Algunas personas dicen, 'oh, diez veces más, tres veces'. No tengo ni idea," dice Garcia. "Y creo que eso es criminal."
Muchas familias han acudido a las autoridades locales buscando ayuda para encontrar a sus seres queridos. La Oficina del Médico Forense del Condado de Pima (Pima County Office of the Medical Examiner, o PCOME) lleva desde el año 2000 trabajando para identificar los restos de inmigrantes indocumentados. Mediante el examen de los restos óseos, junto con un historial médico y dental, una antropóloga forense puede determinar la edad, el sexo, la estatura, la afinidad de población y otros rasgos de una persona para identificar sus restos.
Sin embargo, la identificación de inmigrantes presenta una serie de retos únicos.
"Cuando no tienes una cédula, ni pista de quién es, es como buscar una aguja en un pajar," dice Caitlin Vogelsberg, una antropóloga forense con la PCOME. "Hay miles tras miles de reportes de personas no localizadas colectados por varias entidades, ya sea consulados o grupos humanitarios, y todavía tenemos varios miles de individuos no identificados aquí."
Para complicar aún más el proceso, la mayoría de los conjuntos de restos están incompletos o responden a un perfil biológico similar: hombres centroamericanos de entre 25 y 40 años con indicadores de mala salud y pocos registros dentales.
Sin perfiles biológicos únicos, las coincidencias de ADN son la mejor esperanza para identificar los restos. No obstante, la PCOME no ha tenido una financiación coherente para el análisis de ADN de migrantes no identificados desde 2018.
Mientras el equipo de médicos forenses del condado Pima ha sido solidario en el trabajo para identificar migrantes, "es un poco más difícil conseguir que lo aprueben el condado u otros organismos", dice Vogelsberg. "Y así, si se trata de un ciudadano estadounidense, o si es un caso criminal, podemos conseguir financiación a través de los departamentos de policía o del sheriff, pero ha sido un poco más difícil para otros desconocidos".
Ella está optimista que una colaboración nueva con el Departamento de Seguridad Pública de Arizona llevará financiación para la identificación de migrantes. Hasta eso, el análisis de ADN se quedará con las organizaciones sin fines de lucro.
En el Centro Colibrí para Derechos Humanos, un equipo de tres personas trabaja con las familias de migrantes desaparecidos para ofrecer la recogida de muestras de ADN y una red de apoyo. Como parte de su equipo de identificación forense, Colibrí recibe reportes de las familias y proporciona estuches para muestras de ADN a residentes de los EE.UU. y también a los que viven en el exterior. Familiares cercanos pueden enviar muestras a Colibrí que podrán utilizarse posteriormente para cotejar la identidad de un conjunto de restos con la de sus seres queridos. Aunque Colibrí sólo tiene los recursos para comprobar las probables coincidencias, puede ayudar a cerrar el círculo de un pequeño número de familias.
Los demás no tienen tanta suerte. Como directora de la Red de Familias, Torres trabaja con las familias de migrantes desaparecidos que están buscando a sus seres queridos, muchos de ellas desde afuera de los Estados Unidos. Colibrí presenta talleres en México y a través de América Central y Sur para ayudar a las familias a comprender el proceso de identificación forense y ofrecer una comunidad de apoyo.
"Imagínate ser una familia que vive en estos pueblos rurales de Chiapas, por ejemplo. No tienen ningún concepto de cómo es este desierto ni de cómo es este escenario, ni tampoco de la intensa violencia y militarización que se está viviendo," dice Torres. "Y lo único que saben es que un día, su hijo se fue a emigrar —como hace mucha gente, quizás, en este pueblo o en esta aldea— y nunca volvió o nunca llegó a casa o nunca se puso en contacto."
Mientras Torres proporciona estuches para muestras de ADN a las familias en los talleres y otros eventos de Colibrí, también enfatiza la importancia de las vidas de los migrantes desaparecidos. A través de un proyecto que se llama Historias y Recuerdos, los familiares tienen la oportunidad de recordar y compartir las historias de sus seres queridos desaparecidos.
"Darles un espacio para hablar de su familiar desaparecido, hablar de quién era para ellos —quién era para otra gente, para sus amigos, para su familia— realmente lleva mucho como forma de educar el público sobre quién eran esas personas," Torres dice. "Y quiénes podrían ser."
Dada las estadísticas poco confiables sobre las desapariciones de migrantes, cree que las historias son la mejor manera para ayudar a la gente a entender lo que está pasando en la frontera.
Aunque muchas activistas tienen miedo de las consecuencias de los esfuerzos del Congreso de revisar las protecciones de inmigración y de las inminentes elecciones presidenciales de 2024, Torres no se deja intimidar.
"Mucha gente se apresura a decir que somos una frontera en crisis," afirma. "Y creo que somos una comunidad que está constantemente preparándose para afrontar los retos de cualquier cosa que venga en relación con la inmigración. Así que nos estamos defendiendo constantemente."
Pase lo que pase, la comunidad del sur de Arizona se mantiene firme, protestando y conmemorando las muertes y desapariciones de migrantes. En El Tiradito, un sitio histórico ubicado en el Barrio Viejo de Tucson, activistas y familias locales han creado un altar improvisado en memoria de los migrantes asesinados en sus viajes a los EE.UU.
Alrededor de 200 veladoras —velas de oración altas adornadas con los nombres en español de santos y figuras religiosas— cubren el suelo del altar. Algunas fueron colocadas por las familias, mientras que otras fueron parte de una vigilia mensual por los migrantes cuyos restos fueron recuperados entre 2022 y 2023. Aunque algunas veladoras llevan nombres, muchas están etiquetadas como desconocido.
Con sus restos sin identificación y sus familias todavía buscando, estos migrantes permanecen desaparecidos. Pero las llamas parpadeantes en las veladoras son una promesa de familiares, activistas, y la comunidad de migrantes en Arizona: No son olvidados. Seguimos buscando.