Durante miles de años, los glaciares que coronan la Cordillera Blanca en Perú han sostenido vida en innumerables asentamientos río abajo, expandiéndose con hielo en invierno y liberando agua en la temporada seca. Venerados como dioses por pueblos indígenas antes de la conquista española, los imponentes bloques de hielo constituyen hoy el mayor conjunto de glaciares tropicales del mundo y son una enorme fuente de agua dulce en el oeste de Sudamérica. Pero mientras la temperatura global incrementa por el cambio climatico, los glaciares de la Cordillera Blanca han perdido casi la mitad de su masa en las últimas seis décadas, y comunidades desde la sierra hasta la costa reciben cada vez menos agua de ríos alimentados por glaciares.
Mientras la región contempla un eventual futuro sin glaciares, tambien aumenta la preocupación por la calidad del agua que queda. Los investigadores cientificos han encontrado que el deshielo está agravando el suministro de agua en regiones montañosas de distintas partes del mundo, incluida la Cordillera Blanca. Eso es porque cuando el hielo se retira definitivamente, puede dejar expuesta a rocas ricas en sulfuros que habían permanecido ocultas durante mucho tiempo a los elementos, produciendo agua ácida cargada de metales pesados que contamina lagunas y ríos. El proceso, conocido en la jerga científica como «drenaje ácido de roca», puede privar comunidades de imortantes fuentes de agua para consumo humano, corroer infraestructura y crear confusión sobre el origen de la contaminación.
En la Cordillera Blanca, que se superpone con una formación geológica incrustada de pirita, un sulfuro de hierro, los científicos del gobierno han detectado drenaje ácido de roca por deglaciación en cinco quebradas, y investigadores academicos han descubierto que 60 lagunas son altamente ácidas, incluidas tres de los cuatro lagunas que alimentan los ríos en la ciudad de Huaraz, la capital de la región. La empresa que distribuye agua en Huaraz planea construir una nueva planta de tratamiento capaz de procesar el agua ácida, cuyo costo se estima en 10 millones de dólares y que tardará varios años en completarse. Las comunidades altoandinas rurales que dependen de rios alimentados por glaciares tienen muchas más dificultades para adaptarse. Muchos usan manantiales naturales para tomar agua, pero por necesidad siguen utilizando agua oxidada para irrigar sus cultivos y para sus animales. Los científicos afirman que con el tiempo, el drenaje ácido de roca también podría contaminar a aguas subterráneas.
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Agua de deshielo glaciar se empoza en las laderas del pico Pastoruri, en la Cordillera Blanca. El Pastoruri, un popular destino turístico hace muchos años, ha perdido tanto hielo que ya no cumple con la definición de glaciar. El retroceso glaciar ha provocado drenaje ácido de roca, lo que ha dado al agua de deshielo un color rojizo oxidado. Foto de Marco Garro. Perú. Dionisia Moreno, campesina quechua de la comunidad de Jancu, en la Cordillera Blanca, posa para un retrato mientras limpia tripa de oveja con agua de la Laguna Shallap. Moreno recuerda cuando el agua de la laguna y de los ríos que desprenden de ella contenian truchas y lucia cristalina. Pero a medida que el glaciar encima de la laguna se ha encogido, el drenaje ácido de roca se ha expandido. Moreno y otros comuneros dejaron de beber el agua hace varios años, abasteciendose de un manantial natural. Pero por necesidad siguen utilizándola para la agricultura. «No es buena para las plantas», dice Moreno. «Cuando regamos con esta agua, las plantas no se desarrollan plenamente». Foto de Marco Garro. Perú. Emilio Méndez se sienta en la orilla del Río Quilcay, cerca de un recodo donde su pueblo, Paquishca, tenía una pequeña piscigranja hace varios años. El proyecto se abandonó porque el río, que se nutre de agua afectada por drenaje ácido de roca, se volvió demasiado ácido para los peces. Paquishca ahora obtiene agua para consumo humano de un manantial que, según Méndez, se está secando. Foto de Marco Garro. Perú. Agua derretida del glaciar entra en la Laguna Shallap, en la Cordillera Blanca. El retroceso del glaciar Shallap ha dejado al descubierto una gran franja de la formación Chicama, una capa geológica que se formó hace millones de años y que está incrustada de pirita, un sulfuro de hierro. Debido al drenaje ácido de las rocas, el agua de la Laguna Shallap tiene ahora un pH inferior a 4 y las autoridades han descubierto que contiene plomo, manganeso, hierro y zinc en niveles que superan los limites de calidad ambiental. Foto de Marco Garro. Perú. Alice Leyva cuida de sus cerdos en la orilla del Río Negro, en el centro poblado de Canrey Chico, en la Cordillera Blanca. Leyva creció bebiendo el agua del río y usando su agua para lavar ropa. Pero el drenaje ácido de las rocas por la deglaciación en las cabeceras del río ha limitado su utilidad. «El agua ha manchado a las rocas. No podemos usarla ni para lavar ropa porque la tiñe», dice Leyva. Foto de Marco Garro. Perú. Un comunero en el centro poblado de Canrey Chico, en la Cordillera Blanca, sostiene hojas cubiertas de un sedimento de color óxido a orillas del río Negro, afectado por el drenaje ácido de roca. Los agricultores del pueblo utilizan el agua del río para regar sus cultivos, pero dicen que el agua deja una capa de sedimentos en el suelo y corroe sus mangueras y aspersores. Foto de Marco Garro. Perú. El agua afectada por drenaje ácido de roca empapa los humedales cerca al nevado Pastoruri, en la Cordillera Blanca. Los humedales altoandinos, conocidos en Sudamérica como bofedales, actuan como filtros naturales del agua, gracias a bacterias que ayudan a neutralizar los niveles de pH y a plantas como la distichia muscoides, una esponjosa planta que cubre el suelo y que absorbe metales pesados. Foto de Marco Garro. Perú. Joel Salvador posa para un retrato junto a la tumba de su padre, Vicente Salvador, en Canrey Chico. Vicente lideró los esfuerzos de su comunidad para construir un proyecto de biorremediación para limpiar el agua del río Negro. Murió de cáncer gástrico en 2021, poco después de que se instalara un proyecto piloto. Joel dice que la principal fuente de agua para tomar de su padre era el río. «Tomó esa agua casi toda su vida», dice Joel. «El agua antes estaba limpia. No tenía un sabor tan fuerte. Ahora es acida, como si tuviera limón». Foto de Marco Garro. Perú. Una mujer camina por la calle en Canrey Chico, un pueblo de la Cordillera Blanca. El río que atraviesa el pueblo, el Río Negro, lleva aguas afectadas por el drenaje ácido de rocas inducido por la desglaciacion y el cambio climatico. Foto de Marco Garro. Perú. Un pastor lleva su rebaño por una carretera que lleva a Jancu, una comunidad indígena en la Cordillera Blanca de Perú. Comuneros en Jancu y otras comunidades situadas aguas abajo de la Laguna Shallap ya no pueden tomar el agua de la laguna ni de rios locales debido a su acidez y la presencia de metales pesados. Foto de Marco Garro. Perú. Residentes de la ciudad de Huaraz lavan lana en el Río Quilcay, uno de varios rios alimentados por glaciares de la Cordillera Blanca que fluyen con aguas oxidadas debido al drenaje ácido de rocas. Foto de Marco Garro. Perú. Un residente de Huaraz lava lana en el Río Quilcay, uno de varios ríos alimentados por glaciares de la Cordillera Blanca que fluyen con aguas oxidadas debido al drenaje ácido de rocas. Foto de Marco Garro. Perú. Jara Cruz, alcaldesa de la localidad de Canrey Chico, descansa junto a un afluente del Río Negro, cuyas aguas se han visto afectadas por el drenaje ácido de roca. Cruz dice que el Río Negro, nombrado asi por las piedras negras que bordean sus orillas, debería rebautizarse como «el río del óxido». «No sirve para nada», dice. Desde que asumió el cargo, Jara dice que ha intentado sin éxito conseguir el apoyo de las autoridades regionales para asegurar una nueva fuente de agua para su pueblo. «El agua es la principal fuente de vida», afirma. Pero «hay mucho olvido del gobierno con el tema del agua». Foto de Marco Garro. Perú. Una científica del Instituto Nacional de Investigación de Glaciares y Ecosistemas de Montaña de Perú, Inaigem, sumerge un medidor de pH y otros indicadores en los humedales debajo el nevado Pastoruri, en la Cordillera Blanca. El Inaigem esta investigando cómo los humedales andinos purifican el agua para poder diseñar proyectos de biorremediación de zonas afectadas por el drenaje ácido de roca. Foto de Marco Garro. Perú.